Un brasileño que reclutaba jóvenes para el Estado Islámico fue encarcelado por terrorismo

NACIONALES19/12/2024SHOOTERSHOOTER
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Un brasileño que reclutaba jóvenes para el Estado Islámico fue encarcelado por terrorismo: su detención hace saltar las alarmas en la región
 

 

La semana pasada, la Policía Federal brasileña detuvo en São Carlos, en el estado de San Pablo, a un hombre de 44 años, Thiago José Silva Barboza de Paula, acusado de mantener contactos con el Estado Islámico y de intentar reclutar a jóvenes por Internet para que se unieran al grupo terrorista. En su casa, la policía se incautó de armas falsas, productos químicos para fabricar explosivos y un machete.

 Según una investigación exclusiva del centro de análisis Atlántico Intelligence Group a la que tuvo acceso Infobae, el hombre participaba en un grupo online radical latinoamericano llamado Comando 860, en el que se compartía propaganda del Estado Islámico y manuales de guerrilla y fabricación de explosivos. Según la investigación, el hombre es sospechoso de ser el administrador de este grupo dirigido por una persona que utiliza el apodo “Salafi860” en el chat y escribe en portugués. Tras la prisión preventiva, el juez confirmó la detención de Barboza de Paula. “El objetivo era obtener pruebas de la participación del brasileño en la administración de una plataforma en línea para la radicalización y el reclutamiento a favor de la organización terrorista Estado Islámico”, reza el comunicado de la Policía Federal.

El Comando 860 utilizaba TechHaven para las comunicaciones entre sus miembros y la difusión de material propagandístico del ISIS. “TechHaven es un servidor cuyo directorio de canales ha demostrado que se utiliza casi exclusivamente para alojar contenido pro-ISIS, lo que indica que los seguidores del ISIS tienen casi con toda seguridad el control del servidor”, había escrito ya en 2019 el experto en redes digitales yihadistas Peter King en su informe titulado “Experimentos del grupo Estado Islámico con la web descentralizada” (“Islamic State Group’s Experiments with the Decentralised Web” en inglés). Desde entonces, la propaganda extremista islámica no ha hecho más que expandirse en TechHaven, al igual que los grupos con latinoamericanos muy jóvenes, algunos incluso adolescentes, que escriben tanto en español como en portugués.

El Comando 860 utilizaba TechHaven para las comunicaciones entre sus miembros y la difusión de material propagandístico del ISIS. “TechHaven es un servidor cuyo directorio de canales ha demostrado que se utiliza casi exclusivamente para alojar contenido pro-ISIS, lo que indica que los seguidores del ISIS tienen casi con toda seguridad el control del servidor”, había escrito ya en 2019 el experto en redes digitales yihadistas Peter King en su informe titulado “Experimentos del grupo Estado Islámico con la web descentralizada” (“Islamic State Group’s Experiments with the Decentralised Web” en inglés). Desde entonces, la propaganda extremista islámica no ha hecho más que expandirse en TechHaven, al igual que los grupos con latinoamericanos muy jóvenes, algunos incluso adolescentes, que escriben tanto en español como en portugués.

Según Atlántico Intelligence Group, Salafi860 intercambió símbolos latinoamericanos con el logotipo del ISIS, con un tal Abu Bakar Al Uruguay. Uno de ellos representa un mapa de Brasil totalmente cubierto con la bandera del grupo terrorista. Se está investigando si este apodo “Al Uruguay” corresponde a la identidad de un adolescente de 14 años detenido en septiembre en Lascano (Uruguay), que también había amenazado en TechHaven con perpetrar un atentado.

 Thiago José Silva Barboza de Paula fue detenido el 12 de diciembre en virtud de dos artículos de la ley antiterrorista 13.260 introducida en Brasil el 16 de marzo de 2016, poco antes de los Juegos Olímpicos. Se considera un acto de terrorismo según el artículo 3 “promover, constituir, integrar o prestar ayuda, personalmente o por persona interpuesta, a una organización terrorista”. La pena en este caso es de entre cinco y ocho años de prisión y multa. También se considera acto de terrorismo, según el artículo 5, “realizar actos preparatorios de terrorismo con el objetivo inequívoco de cometer ese delito”.

Según informaron varios medios paraguayos, entre ellos el sitio de noticias La Clave, Thiago José Silva Barboza de Paula en febrero de 2022 fue detenido y deportado inmediatamente a Brasil cuando ingresaba a Ciudad del Este en Paraguay por el Puente de la Amistad, a bordo de un autobús. Llevaba un machete con una inscripción en un idioma extranjero, probablemente árabe, según la policía paraguaya. Fue este machete el que inspiró a la Policía Federal brasileña, que rebautizó la operación que condujo a su detención como “Machete”.

Sin embargo, el caso de Thiago José Silva Barboza de Paula no es aislado. El pasado mes de julio, Fábio Samuel Da Costa Oliveira, de 20 años, también conocido como “Mahmoud al Brazili”, originario de Barbacena, en el estado de Minas Gerais, fue condenado a siete años de prisión por terrorismo y corrupción de menores. Había sido detenido el 11 de junio de 2023 por la policía brasileña en el aeropuerto internacional de San Pablo-Guarulhos cuando intentaba unirse al grupo islámico en Turquía.

En la plataforma encriptada pCloud, los investigadores encontraron un video en el que aparecía con la cara tapada respondiendo a un cuestionario para sumarse al ISIS. En su radicalización también había intentado involucrar a un menor cuya identidad no fue revelada. “La intención (de Fábio) era unirse al Estado Islámico o llevar a cabo un ataque extremista violento en Brasil. (...) Uno de los planes de Fábio era atacar la embajada de Israel en Brasilia”, dijo el menor a la policía. A través de Telegram, Oliveira también compartió con su joven amigo algunas instrucciones sobre cómo fabricar bombas caseras. Según los investigadores, la indagación sobre los datos informáticos de Oliveira reveló también su “interés por el islamismo, así como por los movimientos de ideología nazi”. La radicalización de jóvenes menores de 25 años e incluso de menores es, según los expertos antiterroristas, una tendencia peligrosamente creciente no sólo en América Latina.

A principios de diciembre, por primera vez desde su creación durante la Segunda Guerra Mundial, la alianza de los Cinco Ojos (Gran Bretaña, Estados Unidos, Canadá, Australia y Nueva Zelanda) ha publicado un documento en el que pide una “respuesta de toda la sociedad” a la amenaza de la radicalización de los adolescentes. Los responsables de seguridad e inteligencia de estos países pidieron la colaboración de los padres para vigilar a sus hijos y de los gobiernos para reforzar la legislación vigente a fin de que las fuerzas del orden puedan contrarrestar este fenómeno. También se hizo un llamamiento a l

as empresas que gestionan las redes sociales para que retiren de sus plataformas los contenidos extremistas. Las cifras procedentes de Gran Bretaña son alarmantes. Un total de 3.026 menores de 15 años, de los cuales casi 300 tenían menos de 10 años, han sido remitidos en 2023 al programa gubernamental Prevent, cuyo objetivo es evitar que los individuos se conviertan en terroristas. El fenómeno de los adolescentes atraídos por el extremismo islámico también va en aumento en Francia. Recientemente, para cuatro jóvenes de entre 16 y 19 años que intercambiaban propaganda violenta yihadista y neonazi en Internet y amenazaban con atentados para “vengarse de la humanidad”, la Fiscalía Nacional Antiterrorista solicitó un juicio por cargos de “asociación terrorista”.

En Brasil, y en el resto de América Latina, no existen programas de prevención del extremismo como en Europa. En comparación con el Viejo Continente, además, la pobreza más extendida y el acceso más difícil a la escolarización pueden ser factores que faciliten los procesos de radicalización por parte, sobre todo, de predicadores extranjeros. El año pasado se descubrió en el estado de Amazonas, en Brasil, una red de salafistas turcos que ofrecía cursos en su país a jóvenes indígenas, casi todos procedentes de familias socialmente vulnerables. Incluso antes, en 2016, la Operación Hashtag de la Policía Federal brasileña había detenido a una red de jóvenes brasileños radicalizados por predicadores extranjeros o por brasileños con una importante experiencia formativa en círculos salafistas de Oriente Medio. Ahora, sin embargo, el fenómeno corre el riesgo de adquirir proporciones más preocupantes debido también a la situación en Siria. Tras la caída del régimen de Bashar al Assad, la mayoría de los yihadistas franceses que permanecieron en Siria tras la caída del Estado Islámico se han reagrupado bajo la bandera de Firqat al-Ghuraba “la brigada de los extranjeros”. Algunos se unieron a las tropas de Abu Mohammed al-Jolani, líder del grupo Hayat Tahrir al Sham (HTS) que derrocó a Assad. Siria podría así atraer de nuevo a yihadistas extranjeros, entre ellos latinoamericanos, incluidos brasileños, como había ocurrido tras la creación del Califato en 2014.

En los últimos meses, el continente latinoamericano se ha visto atravesado por la amenaza del ISIS-KP, activo en Asia Meridional y Central y ahora en expansión también por Occidente. A finales de agosto, un ciudadano de Tayikistán acusado de ser un operativo de ISIS-KP fue detenido en Costa Rica en Los Chiles, en la frontera con Nicaragua. Brasil, según revelaron fuentes de la investigación a Infobae, también está alertado desde hace tiempo sobre la posibilidad de que yihadistas del ISIS-KP transiten por el país, en particular los provenientes de Tayikistán. El gigante latinoamericano también podría ser utilizado para financiar actividades terroristas, como ocurre desde hace años con Hezbollah. El pasado mes de octubre, las autoridades brasileñas se incautaron de 500 ladrillos de cocaína en Mato Grosso, en la frontera con Bolivia. En ellos estaba escrito en árabe “23”. A día de hoy se desconoce a quién iba destinado el cargamento y por qué estaba marcado con caracteres árabes.

FUENTE; INFOBAE

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